24.7.06
Desde acà
Desde acá, los sucesos del mundo se pierden en la extensión terrosa y naranja del horizonte. Se suspenden sobre campos con sobredosis de soja.
Desde acá, los vejámenes de la humanidad se tornan exóticos y ajenos. La luna que ilumina el horror y la muerte en Bagdad, en Beirut o en Buenos Aires, es la misma que hoy blanquea el lomo de las vacas, y la misma que vieron estos gringos cuando cruzaron el charco huyendo de la guerra, el hambre, la intolerancia y el desamor.
Desde acá los jeroglíficos y planteos filosóficos de la intelectualidad, no se ven, no se oyen, no se leen.
Acá se nace, se siembra, se cosecha y se crían hijos que nacen, siembran y cosechan.
Acá, como en Bombay, Chicago o Las Varillas, tienen una maquina que suplanta el trabajo de una bocha de tipos.
Acá, el cuarteto, heredero directo del pasodoble y la tarantela, ritmos que bailaron los nostálgicos inmigrantes para apagar un poco el dramatismo de la distancia infinita y la tristeza del que lo dejo todo al otro lado del mar, se zambulle al éter desde las ventanillas de las 4 x 4, y de la misma manera que el pasodoble y la tarantela, también el cuarteto acá es una forma de hacer menos sola y menos inmensa la soledad y la inmensidad.
Ni las 4 x 4, ni la TV, ni el TE, y mucho menos Internet han calmado esa antigua desolación del alma, ese miedo genético a perderlo todo.
¿Esta bien?, ¿esta mal?, qui lo sa, son solo impresiones.
El viernes vamos a tocar en MIna Clavero con Lata y Martin y el domingo en María-María, con toda la banda y esas serán nuevas sensaciones, ahora estoy con Camilo y la Gringa en Chipión.
3.7.06
"Hoy música en vivo hoy"
Buenos Aires, la humedad, la melancolía, la calle empedrada, el cielo que no se ve, pero que todavía está; un cartel de, “hoy música en vivo hoy”, escrito como en la edad previa a la impresora láser. La brevedad y el ocre de una foto que hablan de un pasado reciente y prometedor del artista, se conjugan para producir una sensación mas vieja que el olvido, un antiguo estremecimiento pasado de moda en el centro de mi ser: la posibilidad única que nos da esta vida amarreta de sentir algo que no está al alcance de nuestro control remoto, que no pasa por la útil, todopoderosa e insensible Internet, y que no va a ser comentada por los árbitros domingueros del buen gusto. Un Bar con música en vivo.
Me aferro al picaporte cual si fuera un talismán, un pasaporte para otro espacio, ocupo una mesa y pongo la inocencia y el asombro en manos del destino, y del artista, que se toma un whisky espirituoso antes de transformarse en una estrella fugaz, que solo será contemplada por un exiguo auditorio distribuido entre el humo y la nostalgia.
El Bar y sus dueños son un antojo, un sueño transplantado desde otro tiempo, que dan batalla, una digna batalla diría yo, a este presente tecno-globalizado, que se esfuerza en convertirnos en soldados uniformemente uniformados y cómplices de este triste genocidio general de lo humano.
Durante años "el Bar" fué el lugar para teorizar y estructurar pensamientos y respuestas vitales para una cultura libre e independiente, surgida del plexo mismo del artista, como si uno fuera “de la cama al living”, así de simple, sin in-ter-me-dia-rios, el escenario de la vida, al natural, en pelo y barba, los escenarios de la vida, que digo, la vida misma dentro un bar, y si ese bar tiene un artista en vivo tanto mejor.
Sin preámbulos el artista pulsa su guitarra, apura un último trago de coraje y sale a enfrentar nuevamente su destino, en ese instante se produce un silencio profundo y expectante, siempre ocurre lo mismo, el chirrido de las zapatillas del artista buscando la última y mejor posición para enfrentar lo ineludible, un par de sillas que se quejan de los años, y un susurro desesperado al mozo de alguien que necesita algo fuerte para dejarse llevar, dejarse llevar, dejarse llevar...
El sonido del lugar no está bien, pero aún así puedo oír la piel de los dedos del artista rozar el nylon y el metal de su guitarra, al tiempo que su lengua da el chasquido del último trago y ataca sin piedad un repertorio desprovisto de todo signo representativo de modernidad, por que, en esta vida no hay nada mas antiguo que querer ser moderno, no hay lobo mas feroz que el monopolio del pensamiento, no hay peor desconsuelo que la vida sin poesía.
El artista esta guardando su guitarra y sus sueños, nosotros nos quedamos solos a merced de la cuenta del mozo, y del comentario que, “a partir de la semana que viene el Bar ya no podrá abrir por disposición de bla, bla, bla”... ya no podré sentir la piel rozar el nylon, la respiración desesperada después de una larga frase, el viejo crujir de un piano húmedo por los años, pero tangible como una rosa, la poesía descarnada y sin vergüenza del poeta jugado, el ser humano en toda su dimensión, el artista total, el vértigo sin redes mágicas devenidas en "emetivies" y "fms", nosotros todos expresándonos en una cadena de similitudes y de diferencias.
Cuando vean un cartel de “música en vivo”, paguen la entrada y pasen, es un momento único, irrepetible, impredecible, quizás ya no vuelvan a ser los mismos... pero antes Sr Telerman, dejese de hinchar las pelotas y habilite nuestro porvenir y nuestros sueños, suelte la musiquita, reabra los bares, no calle al cantor...
Zurdo Castagno: Músico desesperado.
SI SE CALLA EL CANTOR
Letra y Música: Horacio Guarany
Si se calla el cantor, calla la vida
porque la vida misma es como un canto.
Si se calla el cantor, muere de espanto
la esperanza, la luz y la alegría.
Si se muere el cantor se quedan solos
los humildes gorriones de los diarios
los obreros del puerto se persignan
quien habrá de luchar por su salario.
Si se calla el cantor, muere la rosa
de que sirve la rosa sin el canto
debe el canto ser luz sobre los campos
iluminando siempre a los de abajo.
Que no calle el cantor porque el silencio
cobarde apañe la maldad que oprime
y no saben los cantores de agachadas
no callarán jamás de frente al crimen.
Me aferro al picaporte cual si fuera un talismán, un pasaporte para otro espacio, ocupo una mesa y pongo la inocencia y el asombro en manos del destino, y del artista, que se toma un whisky espirituoso antes de transformarse en una estrella fugaz, que solo será contemplada por un exiguo auditorio distribuido entre el humo y la nostalgia.
El Bar y sus dueños son un antojo, un sueño transplantado desde otro tiempo, que dan batalla, una digna batalla diría yo, a este presente tecno-globalizado, que se esfuerza en convertirnos en soldados uniformemente uniformados y cómplices de este triste genocidio general de lo humano.
Durante años "el Bar" fué el lugar para teorizar y estructurar pensamientos y respuestas vitales para una cultura libre e independiente, surgida del plexo mismo del artista, como si uno fuera “de la cama al living”, así de simple, sin in-ter-me-dia-rios, el escenario de la vida, al natural, en pelo y barba, los escenarios de la vida, que digo, la vida misma dentro un bar, y si ese bar tiene un artista en vivo tanto mejor.
Sin preámbulos el artista pulsa su guitarra, apura un último trago de coraje y sale a enfrentar nuevamente su destino, en ese instante se produce un silencio profundo y expectante, siempre ocurre lo mismo, el chirrido de las zapatillas del artista buscando la última y mejor posición para enfrentar lo ineludible, un par de sillas que se quejan de los años, y un susurro desesperado al mozo de alguien que necesita algo fuerte para dejarse llevar, dejarse llevar, dejarse llevar...
El sonido del lugar no está bien, pero aún así puedo oír la piel de los dedos del artista rozar el nylon y el metal de su guitarra, al tiempo que su lengua da el chasquido del último trago y ataca sin piedad un repertorio desprovisto de todo signo representativo de modernidad, por que, en esta vida no hay nada mas antiguo que querer ser moderno, no hay lobo mas feroz que el monopolio del pensamiento, no hay peor desconsuelo que la vida sin poesía.
El artista esta guardando su guitarra y sus sueños, nosotros nos quedamos solos a merced de la cuenta del mozo, y del comentario que, “a partir de la semana que viene el Bar ya no podrá abrir por disposición de bla, bla, bla”... ya no podré sentir la piel rozar el nylon, la respiración desesperada después de una larga frase, el viejo crujir de un piano húmedo por los años, pero tangible como una rosa, la poesía descarnada y sin vergüenza del poeta jugado, el ser humano en toda su dimensión, el artista total, el vértigo sin redes mágicas devenidas en "emetivies" y "fms", nosotros todos expresándonos en una cadena de similitudes y de diferencias.
Cuando vean un cartel de “música en vivo”, paguen la entrada y pasen, es un momento único, irrepetible, impredecible, quizás ya no vuelvan a ser los mismos... pero antes Sr Telerman, dejese de hinchar las pelotas y habilite nuestro porvenir y nuestros sueños, suelte la musiquita, reabra los bares, no calle al cantor...
Zurdo Castagno: Músico desesperado.
SI SE CALLA EL CANTOR
Letra y Música: Horacio Guarany
Si se calla el cantor, calla la vida
porque la vida misma es como un canto.
Si se calla el cantor, muere de espanto
la esperanza, la luz y la alegría.
Si se muere el cantor se quedan solos
los humildes gorriones de los diarios
los obreros del puerto se persignan
quien habrá de luchar por su salario.
Si se calla el cantor, muere la rosa
de que sirve la rosa sin el canto
debe el canto ser luz sobre los campos
iluminando siempre a los de abajo.
Que no calle el cantor porque el silencio
cobarde apañe la maldad que oprime
y no saben los cantores de agachadas
no callarán jamás de frente al crimen.
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